lunes, 30 de enero de 2012

Reflexión sobre la crueldad animal.


Un domingo habitualmente para descansar de una semana de trabajo y estudios universitarios, me recosté al sillón en mi casa, me dispuse a observar y escuchar la televisión y casualmente pase, de canal en canal, hasta llegar a televisa. Las 6:30 pm era la hora.
La imagen transmitida desde la plaza de toros del país azteca y con un público expectante.
El espectáculo: la agonía de un toro.
Banderines, una espada, graderías, sangre, bajo la noche y por encima de la arena; el deporte.
2012, dos siglos y contando. La globalización, la tecnología, la ciencia, la conciencia humana siempre inconstante por su historia y patrones “culturales”
Segundo a segundo, observé el introducir la espada dos veces en el lomo del toro para, posteriormente introducir una daga en la parte posterior del cuello. Ya en el suelo el toro dio media vuelta, agitó sus patas delanteras y traseras y sucumbió al dolor, al cansancio y al desangrado.

El torero todo un héroe, aclamado por su hazaña y a su espalda un último aliento de vida de aquel animal majestuoso por su naturaleza.
La escena me es nefasta, infame, intolerable por el alto grado de crueldad de aquel espectáculo sangriento.

Sus defensores alegan cultura pero, si a la cultura, que es la destreza humana por crear, innovar, diseñar le hemos de cubrirla con el manto de la crueldad, entonces la cultura serán las torturas hechas en guerras, o una bomba explotando ante niños(as) porque igualmente el que hace la guerra la justifica en nombre de la paz.

Así mismo son las peleas de gallos, las peleas de canes hecha por gánster, entre muchas otras formas de crueldad al animal.

Por otra parte, al igual que una plaza de toros o una gallera, son iguales las fábricas, mayormente operadas financieramente por transnacionales que, materializan la vida, la comprimen a miles por metro y la venden a C$ 25 por libra.
No es estoy en contra del comer pollo, cerdo o res sino a la materialización de la vida y bajos salarios percibidos por sus empleados en aquellas fábricas, que son indeficientes para cubrir ni la mitad de la canasta básica en Nicaragua.

La naturaleza, la vida no es espectáculo y recuerdo un refrán: la violencia solo genera violencia.
Es por ello que vivimos promoviéndola y justificándola en nombre de la cultura, en detrimento de una conciencia humana sembrada desde la niñez e incapacitándonos de vivir en un mundo plenamente vivo y natural.
  
Por Marcelo Gutiérrez Franco

1 comentario:

Anónimo dijo...

Querido amigo...

Gracias por compartir tu pagina. es muy importante compartir estos trabajos que estas haciendo ya que ayudan a mantener una conciencia eficiente en el medio ambiente o mas bien diría salvemos al ambiente entero para que no nos quedemos con medias, ni a medias. seguimos en contacto..
Donal